Aunque no lo parezca, los personajes de una novela pueden ser unos perfectos desconocidos
para el escritor al comienzo de una novela. Es la convivencia, al igual que sucede en la realidad,
lo que determina un conocimiento más profundo de su forma de ser, de actuar, de pensar o de
reaccionar. Por ello, si en el proceso de escritura tus personajes se niegan a decir o a hacer
algo que tú tenías proyectado para ellos de antemano, escúchalos y cambia lo que tengas que
cambiar, porque esa rebelión es señal de que ya han alcanzado una coherencia perfecta
dentro de la historia.